El autor rememora su encuentro con diversas comunidades sefardíes de Rumanía y Turquía en los años 30 del siglo XX y su descubrimiento del judeoespañol. Describe los sentimientos que suscitaron entre los sefardíes de la época la lengua y la cultura españolas, así como de la honda impresión que el folkore, el refranero y el modo de vida sefardí causó en el visitante. Se describen diversas encuestas de campo para recoger proverbios judeoespañoles, que finalmente fueron reunidos por Evaristo Correa en su Corpus paremiológico judeo-español del Sudeste europeo.