Resalta el valor del judeoespañol para los estudios comparativos de los dialectos hispánicos, insiste en los rasgos arcaizantes de la lengua sefardí de los Balcanes, establece las semejanzas entre la situación del sefardí y del habla popular de México y ofrece una lista de fenómenos (sobre todo fonéticos, pero también morfológicos y algunos léxicos) que se dan paralelamente en ambas variedades lingüísticas.